14 de febrero de 2010

Día 16: Carretera Austral/P.N. Alerce Andino/Loncoche

Esta mañana despertamos con Paula respirando aires alemanes, eran las 9 de la mañana y a las 10 estaba programado el desayuno alemán que incluía nuestra estadía en la hostal.
Luego de una buena ducha y ordenar un poco la habitación bajamos al comedor donde ya habían unas cuantas personas sentadas y otras que venían llegando un poco rezagados. Finalmente éramos 5 parejas en una gran mesa compuesta de muuuchas cosas para comer, entre esas obviamente el infaltable kuchen, varios pastelillos, quesos de la zona, leche caliente, pan recién horneado, etc.
Mientras desayunábamos comenzamos a conversar sobre cual eran nuestros destinos, y los que ya habían recorrido algunos aconsejaban de que lugares visitar y cuales no. Creo que éramos una de las pocas parejas que veníamos de vuelta, así que de cierta forma nos convertimos en guía turísticos. Aconsejamos a varios que iban hacia Chiloé y a otros que iban para los Saltos de Petrohué. Hasta muy agradable la sobremesa, pero la verdad es que la hora avanzaba y debíamos continuar nuestra ruta de vuelta a Puerto Montt.
La verdad que para ese entonces no teníamos claro cual sería nuestro destino. Sabíamos que debíamos pasar por Angelmó a comprar algunos encargos (salmón, salmón y mas salmón), pero no sabíamos si terminaríamos en la Carretera Austral, en el P.N. Alerce Andino o en Loncoche donde sabrán ustedes nos esperan desde el comienzo de este viaje. Así que saliendo del Hostal tomamos el camino que une Puerto Varas con Puerto Montt con destino La Caleta Angelmó, el día nos acompañaba.




Al llegar a Puerto Montt nos fuimos directo a Caleta Angelmó, como les había dicho anteriormente, Puerto Montt fue algo así como... "mucha ciudad" para lo que habíamos vivido anteriormente, lo mas probable es que se encontraba sobrepoblado por la fecha vacacional en la que nos encontrábamos, pero de todas formas a rato llegaba a sentirme nervioso al conducir por las calles de esta ciudad. Ni contarles lo complicado que es conseguir un estacionamiento, pero finalmente logramos despues de dar varias vueltas logramos encontrar un estacionamiento donde dejar el Samuka. Ahora podíamos bajarnos a echar un ojo por los pasillos de la caleta.




Se podía encontrar una gran variedad de mariscos, desde choros (mejillones), machas, piures, almejas, etc. Habían frescos, en bandejas y sellados al vacío.




 Ni hablar de la gran variedad de pescados que se pueden encontrar, y en los mismos formatos que los mariscos. Pueden encontrar frescos, envasados y envasados al vacío; y es aquí donde tienen que tener precaución, ya que venden muchos pescados en envases muy similares a los que se encuentran envasados al vacío, por ende al mismo precio. Los pescados envasados, que no se encuentran al vacío tienen una duración mucho menor descomponiéndose al poco tiempo.




También se encuentran muchos restaurantes tipo picá con muchos personajes ofreciendo los menús y sus ofertas, y con grandes obras de arte en sus vitrinas hechas por mariscos, crustáceos, moluscos y pescados ó también hechos con sus tentadores platos.




Mariscos envasados, pero no al vacio. Recuerden lo que les dije sobre esta recomendación.




Mmmm... salmón!




Entre tantos pescados, mariscos, crustáceos y moluscos, aparecen tímidamente otro tipos de productos, como quesos y arte.






La Caleta de Angelmó...




Ya estábamos listos con nuestras compras, nos llevábamos varios paquetes al vacío de salmones naturales y ahumados, los precios variaban dependiendo del peso del salmón, pero generalmente se encuentra entre los $2.000 (US$ 4,3) y $3.000 (US$ 6,5) el kilo de salmón. Así que después de comprar varias bolsas de hielo para el cooler estábamos listos para llegar con ellos hasta Santiago. También aprovechamos de comprar algo de artesanía para llevar como recuerdo de nuestra pasada  por Puerto Montt.
Como les había comentado anteriormente no teníamos claro cual sería nuestro próximo destino, solo sabíamos que teníamos las ganas de conocer el Parque Nacional Alerce Andino y llegar por la entrada que se encuentra en la Carretera Austral, esto queda al sur de Puerto Montt.
Luego de pensarlo detenidamente y darnos cuenta que aún nos quedaba tiempo para hacer mas cosas, decidimos ir hacia el P.N. Alerce Andino y quedarnos unas dos noches dependiendo de como se encontrara el lugar. Así que compramos un par de cosas en el supermercado y tomamos camino al sur de Puerto Montt, en poco tiempo ya nos encontrábamos en el comienzo de la Carretera Austral o Ruta 7.




Para los que no conocen la Carretera Austral se imaginaran como yo imaginaba antes de conocerla que esta carretera comienza inmediatamente con un camino angosto de ripio, lleno de surcos, muy agreste, pero la verdad es que es totalmente diferente a lo que uno se imagina. Aunque esto solo dura un pequeño tramo, al parecer es relativamente nuevo ya que mas adelante nos encontramos con un taco producto de los trabajos en la vía y de una feria costumbrista que se estaba realizando en Lenca, pero esta vez no había tiempo para aquellas fiestas, buscábamos algo mas tranquilo.




Continuamos por la Carretera Austral hacia el sur en búsqueda de la entrada hacia el P.N. Alerce Andino, pero al parecer por los trabajos que se realizaban en el camino habían sacado las señaléticas. Así que sin darnos cuenta pasamos de largo llegando a Caleta La Arena, lugar en el que se hace transbordo para cruzar a través de un ferry hacia la Caleta Puelche y así continuar por la Carretera Austral hacia Hornopirén.
Caleta La Arena es solo un grupo de varios negocios, restaurantes y oficinas de información turística que se encuentran antes de llegar a la rampa en la cual se suben los vehículos al ferry. Si ya estábamos acá, mejor bajarnos del Samuka almorzar algo y conocer Caleta La Arena.






Como les había dicho, Caleta La Arena es solo una calle con varios locales antes de acercarse a la rampa de subida.




No hay problema, dejemos el Samuka allí y vamos a conocer...




Algún día viajare en algo parecido, solo le falta tener 4x4 o un levante ya que así no llegaría muy lejos. De todas formas estaba espectacular la Motor Home, ahí es donde se detenían a esperar la llegada del ferry que los cruzaba para continuar por la Carretera Austral.




Llegó el Ferry!!!... hey momento es un Defender el que esta arriba??... uuuhh que ganas de estar en ese pellejo!!... pronto pronto.




A ver... ¿qué hicieron acá?... mmm... vamos a ver!.




Una panorámica desde la nueva pasarela de Caleta La Arena, ya estaban todos arriba, el ferry estaba listo.




Al fondo se podía ver la llegada del proximo Ferry, el trafico estaba siendo realmente alto. En esta fecha es bastante grande la cantidad de vehículos que cruzan desde Caleta La Arena hacía Caleta Puelche, donde después de recorrer aproximadamente 55 km se puede llegar a Hornopirén.




La verdad es que la pasarela quedo bastante bonita, pero demasiado corta. El paseo se hace aproximadamente por 100 metros, pero permite una gran vista hacia la playa de Caleta La Arena.




Ya era hora de almorzar y la oferta era bastante amplia, así que ingresamos al lugar que mejor nos parecía. Yo aproveche de pedir una contundente Cazuela de Pollo y cuando digo contundente es porque realmente era contundete. Paula por su malestar estomacal que había sufrido el día anterior prefirió pedir algo mas liviano, y lo mejor que había era Salmón a la plancha con variedad de ensaladas. Esta vez no fotografiamos los platos, pero estaban muy buenos totalmente recomendable.
Otra opción bien amplia son las empanadas de Marisco y de Pino que venden a la espera de la llegada del próximo Ferry.
Después de hacer las averiguaciones para poder llegar al Parque Nacional Alerce Andino emprendimos nuestro regreso por la Carretera Austral, aunque con una cierta pena, ya que nuestros sueños fue siempre seguir por esta carretera y conocer todas las maravillas que posee, pero debíamos ser racionales y viajar hacia el norte donde también nos esperaban muchos lugares por conocer y maravillarnos.

De vuelta por la Carretera Austral encontramos la entrada al P.N. Alerce Andino, por los trabajos que se estaban realizando habían sacado la señalética y creemos que esa había sido la razón por la cual nos habíamos pasado en la ida, pero ya estábamos adentro del camino que conecta la Carretera Austral con el Parque el cual se nos presentaba angosto y de ripio.






Finalmente llegamos a la entrada del Parque Nacional Alerce Andino, un lugar simplemente espectacular.




Al llegar conversamos un rato con el Guardaparque el cual fue muy amable con nosotros. Nos dijo que el precio de entrada al parque era de $2.000 cada uno (US$ 4), con derecho a pasar la noche en el camping del parque, el cual no contaba con grandes comodidades, pero lo peor para nosotros era que había que caminar 3 kilómetros para poder llegar a el y a lo que no estábamos preparados, ya que todos nuestros implementos para camping no nos daban la opción de poder caminar libremente con ellos. La cocinilla venía en una maleta, la carpa a pesar de ser para 2 personas no es de las mas chicas que se pueden encontrar en el mercado y nuestras mochilas estaban sumamente pesadas con todo lo que llevabamos en ellas. El guardaparque nos dio la opción de quedarnos en un camping metros antes de la entrada, donde allí podríamos ingresar con el Samuka, así que decidimos ir a echar una mirada.
Como les dije, tuvimos que devolvernos unos cuantos metros y entrar a un camino donde solo en la entrada había un letrero que decía "Camping", así se veía el camino.




Una mirada hacia arriba... wow!.






Llegamos al lugar avanzando unos 100 metros encontrándonos con un lugar abierto junto a un río, el lugar era maravilloso, no cabía tanta espectacularidad en nuestros ojos.




Al bajarnos del Samuka comenzaron los problemas, ya que al pisar tierra fuimos literalmente atacados por los tábanos, que para los que no saben son una especie de moscas de color generalmente negro con pelos anaranjados que viven en zonas acuáticas. Son parte importante de la alimentación de las truchas, y las hembras son las que pican por lo que se transforman en una verdadera molestia. Cuando vea que hay tábanos trate de evitar usar colores oscuros (no lo sabía, andaba vestido entero de negro), ya que estos colores los atraen. Evite también agitar los brazos para poder quitárselos de encima, ya que de esta forma no estará haciendo mas que llamar su atención.
Creo que deben haber sido unos 5 minutos que resistimos la lucha con los tábanos, hasta que no aguantamos mas y entramos al Samuka. En esos 5 minutos nos dimos cuenta que si había camping, algo improvisado, pero habían sitios separados para ubicarse con las carpas, juntos a una "especie" de baños.
El siguiente problema fue que nunca encontramos a nadie que estuviera a cargo del camping o que nos recibiera. Solo había una familia en un auto (también luchando contra los tábanos) que se fueron mientras nosotros estábamos allí.
Con Paula pensamos en un momento quedarnos a acampar allí, pero estaríamos completamente solos, no habían mas campistas que nosotros, quizás con la compañía de Fermín y Carla nos hubiéramos quedado sin pensarlo, pero nadie aseguraba en ese momento estaríamos seguros. No teníamos la claridad de que podríamos llegar y tomar un lugar sin antes haber hablado con alguien, y por último los tábanos nos querían comer vivos.
No quedo mas que arrancar el motor del Samuka y volver donde el guarda parque a ver si nos podía dar alguna solución, quizás saber con quien podríamos hablar para poder acampar en ese sitio o sino ver si nos convencía de caminar los 3 kilómetros hasta el camping del parque.
No quedaba mas que dar la última mirada a este bello lugar infectado de los malditos tábanos...




Alcanzamos a encontrar al guarda parque que en ese momento se estaba preparando para terminar su turno. Nos dijo que el encargado del camping se encontraba en la feria costumbrista de Lenca y que lo mas probable era que llegaría durante la noche o al otro día. También nos dijo que los tábanos se volvían insoportables antes del anochecer, pero que al caer la noche desaparecían.
Con ganas ya de retirarse nos pregunto si tomaríamos o no el camping de el parque, así que con Paula hicimos una pequeña reunión interna y pensamos... "Si nos quedamos en el camping de los tábanos, tendríamos que aguantar los tábanos hasta que anocheciera, nos quedaríamos completamente solos y si el encargado del camping andaba en una feria costumbrista lo mas probable era que llegara con unos cuantos "copetes" (tragos) de mas siendo probable de que nos fuera a "dar jugo" (molestarnos). Así que quedo descartada la idea de quedarnos en aquel camping. La otra opción de caminar los 3 kilómetros hacia el camping del parque ya había quedado descartada antes por las razones que les di anteriormente.
- ¿Entonces que hacemos?, nos preguntamos con Paula.
- ¿volvemos a Puerto Montt?... mmm.... no. 
- ¿volvemos a Puerto Varas?... mmm... no.
- ¿Y si llamamos a la prima de tu tía que nos ofreció alojamiento en Loncoche?... eran mas de 300 kilómetros hacia el norte, pero allá tendríamos alojamiento gratis y podríamos ver si nos gusta, o en el peor de los casos irnos a recorrer otro lugares ya que aún nos quedaban días. Pero en el parque no había señal de celular, así que decidimos subirnos al Samuka y partir con dirección hacia Puerto Montt y llamar a penas pudiésemos al numero que nos habían dado, solo sabíamos que la señora se llamaba María Elisia.
- Nos vamos?... MIRA!!!... ¡¿qué es eso que sigue al guarda parque?!.... ¿Es un águila o cómo un halcón?.










Se trataba de dos Traros juveniles, que vivían en el parque. Estaban tan acostumbrados a los guarda parques que era como si estuvieran adoptados por ellos, ya que los seguían para donde fuesen para recibir algo de alimento. Debo reconocer que intimidaban bastante con esas grandes garras, pero el guarda parque nos contaban que eran súper mansos... wow!... nunca había estado tan cerca de un halcón.
Los Traros habitan desde Arica hasta Tierra del Fuego, son carnívoros y carroñeros, cuando adulto alcanzan un plumaje sumamente bello, pero antes de seguir hablando de los Traros debíamos llamar por teléfono a Loncoche y si todo salía bien teníamos un laaaaargo viaje por recorrer.

Salimos nuevamente a la Carretera Austral donde volvimos a tener señal en nuestros celulares, así que mientras viajábamos de vuelta a Puerto Montt logramos comunicarnos con la Señora María Elisia.
Fue increíble el recibimiento que tuvimos ante nuestro llamado, nos decía que hace tiempo nos estaba esperando y que no había problemas que llegáramos, así que para allá era nuestro próximo destino. Cargamos combustible en Puerto Montt y emprendimos los 300 kilómetros aproximadamente que hay desde Puerto Montt hasta Loncoche, calculábamos que estaríamos llegando entre las 23:00 y las 0.00 horas.
Luego de largas horas llegamos al centro de Loncoche, pero al volver a llamar a María Elisia para que nos indicara como llegar supimos que no era ahí mismo en el centro, si no que la casa quedaba en las afuera, precisamente en la carretera que conecta Villarrica y Loncoche.
Dimos varias vueltas por la carretera, hasta que finalmente dimos con la entrada a la casa. Ahí nos dimos cuenta que no era cualquier casa, si no que correspondia a una casa de campo donde al final de un largo camino se lograba ver las luces timidas de una casa al medio de la oscuridad absoluta.
Al llegar a la casa nos esperaban afuera la señora María Elisia, su pareja y su hijo, los cuales fueron muy afectuosos para saludarnos. Nos invitaron a pasar a la casa donde nos esperaba una cocina enorme, con una cocina a leña que le daba un olor exquisito a ese lugar. Tenían la tetera lista para que con un té bien conversado nos fuéramos conociendo y así estuvimos un buen rato compartiendo, pero como ustedes saben la gente de campo son por acostarse temprano y para ellos en ese momento estaban madrugando. Así que sin imaginarlo no llevaron a una habitación para nosotros donde teníamos una rica cama de 2 plazas esperando por nuestro descanso, no necesitabamos nada mas, de hecho pensabamos que íbamos a tener que armar la carpa en el patio para no incomodar.
Ya estábamos en Loncoche y aunque con un poco de nostalgia por el hecho de que cada vez nos acercábamos mas a Santiago, creemos que fue la mejor decisión que podíamos haber tomado, ya que ni se imaginaran al igual que nosotros donde realmente habíamos llegado y eso lo supimos al otro día en la mañana donde al mirar por la ventana nos llevamos una muy grata sopresa.

Saludos a todos!

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Don_Checho

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